Tablas de Daimiel
(Parque Nacional)
(Parque Nacional)
Es un parque que protege el humedal homónimo. El parque nacional se encuentra situado en los términos municipales de Daimiel y Villarrubia de los Ojos (en su mayor parte), en la provincia de Ciudad Real, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.
El nombre dado a este paraje: "Las Tablas", no es caprichoso, sino que responde al nombre de un ecosistema, en otros tiempos muy extendido en la llanura central de la Península Ibérica, y especialmente en La Mancha, y del que lamentablemente sólo queda este resquicio. Las tablas fluviales son desbordamientos de los ríos en sus tramos medios, que provocan grandes encharcamientos, debido a la escasez de desniveles en el terreno.
Su carácter especial viene dado por su formación en la confluencia de los ríos Guadiana (permanente de aguas dulces) y Cigüela (estacional, de aguas salobres). Esta característica hace de las Tablas de Daimiel un ecosistema singular, único en su genero, proporcionando una gran diversidad ecológica.
FAUNA
La fama de las Tablas de Daimiel , se debe sobre todo a su avifauna. Muchas familias de palmípedas y zancudas habitan aquí, pasan temporadas o hacen un alto en las tablas en sus migraciones. La anátida más común es el ánade real, que se reproduce y vive en el parque de modo sedentario. El pato colorado permanece en lagunas permanentes y profundas, donde puede asegurarse el alimento. Al ánade silbón, aunque prefiere las aguas costeras, se le puede observar en invierno, y sobrevolando los cielos manchegos en los pasos de marzo y octubre. El porrón común puede verse a lo largo de todo el año, y algo más difícil de observar es el ánade urbano, que sólo sale de noche.
La cerceta común por el contrario, puede encontrarse en cualquier laguna. Prefiere las aguas someras, y es junto al pato cuchara, el más abundante de los patos invernantes. La cerceta pardilla es característica por su plumaje marrón con manchas oscuras. El ánade friso esta presente durante todo el año. No faltan las fochas y pollas de agua. También se pueden divisar otras especies relativamente escasas en la península ibérica; todos ellos estrechamente vigilados por el aguilucho lagunero. La cigüeñola, el chorlito y el andarríos.
Entre los reptiles, destacan las culebras de agua, culebra viperina, la culebra de collar, la culebra de escalera y la culebra bastarda; es relativamente abundante el lagarto ocelado y la lagartija colilarga.
La fauna piscícola ha sido quizás una de las más afectada como consecuencia de las desecaciones. De inmediato se redujeron visiblemente las poblaciones de carpas, barbos, lucios, etc. Igual suerte corrieron los anfibios como el sapo común y el corredor, la rana común y la de San Antonio, característica esta última por su llamativo color verde, adornado en el lomo con franjas blancas y negras. Tampoco fueron buenos tiempos para los gallipatos, tritones y salamandras, diezmados estos últimos en un primer lugar por el lucio y después por el cangrejo procambarus (vulgarmente "americano"), verdadero azote de las aguas encharcadizas.
La abundancia de la fauna acuática permitía la presencia de algunas especies de mamíferos como la nutria, la rata de agua, etc. Y ya en terreno firme el jabalí, el zorro, el turón y la comadreja.
FLORA
El entorno de las tablas ha ido cambiando en los últimos años fruto de la evolución económica de la comarca, que ha llevado prácticamente a la desaparición de los ricos encinares y pastizales de otros tiempos, en favor de una agricultura de regadío en la que predominan los cereales y viñedos, y que resumen, de un sólo golpe de vista, la sobreexplotación del acuífero.
Abunda las altas herbáceas como el carrizo (Phragmites australis), que en las zonas más hundidas comparte espacio con las eneas (Typha domingensis), formando manchas de extensión irregular en la superficie del tablar. El carrizo se adapta con gran facilidad a los cambios ambientales, y tiene gran poder colonizador, por lo que en los últimos años ha ido ganando terreno a la masiega.
El elemento vegetal de mayor interés ecológico es, sin embargo, el de las comunidades acuáticas, que sirve de alimento a las aves y especies acuáticas, además de cobertura a las larvas de los insectos y anfibios. Estas especies vegetales son diferentes dependiendo de la composición mineral de las aguas y de la velocidad de la corriente. Así en las aguas tranquilas y someras es fácil encontrar praderas de chara, la ova más común. En las aguas del Guadiana, de mayor corriente, hay otras clases de ovas, y largas madejas de algas. La jopozorra enraiza en el fondo de las aguas remansadas y crece hasta la superficie. Los ranúnculos forman grandes comunidades que en primavera florecen cubriendo de flores blancas las láminas de agua.
La única especia arbórea del interior del Parque es el taray (Tamarix), también llamado taraje, o tamarisco; lo que en realidad, más que árbol, puede considerarse como un arbusto, debido a su poco porte. Es de la familia de las tamaricáceas, y se caracteriza por sus tortuosas ramificaciones, que llegan ha enraizar en el suelo. Tienen ramas mimbreñas de corteza rojiza; hojas glaucas, menudas, abrazadoras en la base, elípticas y con punta aguda; flores pequeñas, globosas, en espigas laterales, con cáliz encarnado y pétalos blancos.
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